Comenzó a realizar exposiciones desde 1999 y ha obtenido numerosas becas y premios de arte. Pero lo especial de Diana Larrea es cómo consigue transformar el espacio público de la ciudad y cambiar su realidad, siempre adaptándolo a los requisitos y necesidades de los ciudadanos.
En el barrio de Lavapiés ha realizado dos intervenciones:
·La primera, "Bajo el adoquín está el jardín" (2003), replantea la posibilidad de reincorporar zonas verdes, y reivindica la falta de éstas en la zona de Lavapiés. Mediante una iniciativa ciudadana a través de los vecinos de "La Red de Lavapiés", se intervino en la plaza de Agustín Lara, cubriéndose todo el pavimento de piedra por una alfombra de césped natural.
·La segunda intervención llamada "Calles Distinguidas" (2010) propuso la reinvención de las típicas placas cerámicas que señalan las calles del barrio por otras que reflejan la actualidad de ese lugar, de este modo denunciando el considerable abandono de zonas y edificios del barrio. Muchas de ellas aún se conservan, como la que aparece en la esquina de la Calle del Sombrerete.
A continuación os escribo la entrevista que realizamos a Diana en donde nos habla de su relación con lavapiés, su visión sobre el arte urbano y sobre el barrio en general:
¿Qué relación tienes con el barrio?
Vivo desde hace casi 10 años en la "frontera" del barrio, junto a Tirso de Molina.
¿Por qué el barrio de Lavapiés?
Elegí la zona de Lavapiés para desarrollar estas intervenciones porque es uno de los pocos barrios céntricos madrileños que sigue siendo una zona auténtica, castiza y llena de vida. Creo que esto se debe a que, por su condición humilde y su estatus degradado, las autoridades prácticamente han desistido de ejecutar cualquier tipo de remodelación integral y se encuentra prácticamente abandonado a su suerte, con todas las consecuencias que esto implica, tanto las positivas como otras más perjudiciales. Esta realidad del barrio fue la que quise reflejar en mis nuevas placas de azulejos, poniendo en evidencia el indudable estado de abandono que padece este área del centro de la capital.
¿Conoces alguna historia que quieras compartir sobre el barrio?
Alrededor de mis nuevas placas han surgido varias historias curiosas durante este año y medio. Por ejemplo, la placa que coloqué en la esquina de la calle Rodas, donde dibujé la fachada de la antigua Eskalera Karakola, fue rescatada del derrumbe del edificio por un par de vecinas y ahora se encuentra en la nueva Eskalera Karakola de la Calle Embajadores. También tiene gracia comprobar el estado actual de la placa de la calle Cabeza, que ha sido incrustada literalmente en la fachada del edificio donde se encontraba, tras la remodelación que ejecutaron los propios dueños del inmueble, por lo que ahora sería preciso romper la casa para retirar la placa.
¿Cuál es tu rincón favorito en el barrio?
Me gustaba mucho la Plaza de Agustín Lara, pero en su antiguo estado, sin todos esos parasoles que hay ahora. Allí mismo ejecuté en 2003 otra intervención titulada "Bajo el adoquín está el jardín", en colaboración con la Asociación de vecinos "La Red de Lavapiés". Este trabajo tuvo también una voluntad muy reivindicativa. Surgió en respuesta a los deseos de los vecinos del barrio. Consistió en cubrir con césped natural una parte del suelo empedrado de esta plaza, denunciando así públicamente la completa escasez de zonas verdes que posee esta zona de Madrid.
¿Que opinas acerca de los carteles del barrio?
Me suelo fijar más en los graffitis, aunque suelen desaparecer pronto por la rapidez con la que los operarios del Ayuntamiento se apresuran la pintarlos. En mis placas de azulejos representé varios de ellos que ya no están, pero han quedado inmortalizados de esta manera.
¿Conoces a alguien más que realice obras de arte urbano?
Conozco bastante a El Tono, porque también trabajó mucho en Lavapiés.
